martes, 11 de febrero de 2025

 

Voy al mar todas las tardes, camino descalza en la arena hasta el agua y juego con la espuma que va y viene. Las gaviotas vuelan a lo lejos y se respira una brisa fresca que estimula. El sol es suave a esta hora, el cielo se va volviendo de un color entre rosa y anaranjado a medida que atardece. La playa está desierta, solo se oye el murmullo de las olas en su eterno retorno. La profundidad del azul se extiende sin límites. El mar, ese misterio de dónde venimos al que viajo en silencio cada tarde desde mi solitaria habitación. En las sombras de la pared, en el ir y venir de las cortinas y en el eco de los sonidos de los automóviles y el tren, el mar también va y viene y nos unifica, vive en nuestras mentes y en los sueños a donde viajamos por las noches. Sin saberlo, el mar nos envuelve y acuna y volvemos a ser niños que esperan nacer.

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