Hace unos días, Buenos Aires se vio invadida por miles de panaderos, provenientes de los incendios de las islas del Delta. Los trajo el humo que cubrió de a ratos la ciudad y allí están, desparramando su fragilidad invencible, esperando que algún soñador atento los sople despacito, pidiéndoles un deseo. Muchos de los habitantes, apurados ellos, los ignorarán, como al fuego cercano y destructor. Las pequeñas flores traen su mensaje de alerta para los oídos atentos.
jueves, 16 de febrero de 2023
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Hace más de diez años que estoy en pareja con un coleccionista, y tengo que reconocer que me llevó mucho tiempo comprender la esencia de es...
-
El teléfono de línea llegó a mi casa en los 90. Hasta ese entonces, tenía que caminar veinte cuadras hasta la cabina de Entel, y hacer medi...
-
Hasta dónde se expande una sonrisa? Si se pudieran fotografiar las milésimas de segundo durante las que unos labios, unos ojos, los músculos...