domingo, 22 de agosto de 2021

El día que el blog salió por un rato a facebook

 Los blogs pasaron de moda. Desde hace mucho hacen furor otras redes, que siguen evolucionando. Sin embargo, algunas personas los seguimos manteniendo. Al estilo de Luis Gruss, que hasta último momento sostuvo el suyo, y que a tantxs nos incentivó a hacerlo, a escribir al menos diez líneas por día, sin esperanza ni desesperación.

Así lo voy haciendo cada tanto. Sus detractores dicen que algunos son diarios íntimos de mala calidad, hay blogs de política, de poesía, de cocina, para todos los gustos. Muchos han quedando flotando abandonados, perdidos en la red.
El mío nació en el 2010, ya tiene 11 años más o menos activo, tiene visitas de muchos lugares, como lo indican las estadísticas, aunque casi siempre silenciosas.
Bitácora de viaje que siempre me recibe, en días de sol o de nubes, para escucharme.
Siempre o casi siempre escondido.
Hoy asoma un poquito a la superficie, para tomar un poco de aire, antes de volver a esconderse
Están invitadxs a recorrerlo.
Eso sí, dejen una señal.

 Hoy de nuevo amanecí con un antiguo recuerdo, quién sabe adonde estaba guardado. Walter se fue muy joven. Creo que fue todo tan terrible, que nunca tuve el valor de profundizar en el dolor que sentía. Él tenía un amigo, que salía con mujeres de mayor edad, y por eso le decían "el viejero". Me reía cuando me lo contaba. Desde algún lugar, mi memoria me va mandando pequeñas señales de que va abriendo algunos espacios por donde respirar.

martes, 10 de agosto de 2021

 ¿Se dieron cuenta de que con nuestras acciones chiquitas de todos los días movemos el mundo?

sábado, 7 de agosto de 2021

 Aparecen cuando despierto, emergiendo del océano de la memoria. Sin estridencias, como la imagen del libro azul de histología que me acompañaba entonces, en mi mochila. Era mi pasaporte secreto hacia el futuro. El hueco que lo alojaba en silencio, decidió liberarlo para que me trajera esperanza.

 En esa época, cursaba Análisis Matemático II. La clase empezaba a las ocho a. m. (puntual). Cuando llegábamos, el pizarrón ya estaba lleno de gráficos y ecuaciones impecables, que el profesor comenzaba a explicar con una mezcla de rigor y elegancia. Previamente había cerrado la puerta para que ningún rezagado entrara al aula y distrajera la clase. Pasados unos quince minutos, les permitía ingresar. Mientras hacía malabares con derivadas e integrales, un día nos dijo así como al pasar que estudiar esos temas nos iba a volver más ágiles mentalmente, que tal vez lo hubiéramos podido lograr dedicándonos a la literatura española. Nunca lo quise tanto como entonces, en ese tiempo en el que las matemáticas eran para mí, el mejor de los juegos.

viernes, 6 de agosto de 2021

jueves, 5 de agosto de 2021

 Hoy en día está en pleno tapete la discusión sobre el maltrato a las mujeres, histórico, por parte del denominado patriarcado. Pero lo que se olvida muchas veces, son a las mujeres que lo tienen fuertemente incorporado. No me siento autorizada para tirar la primera piedra. Usando esa palabrita de moda, necesitamos "deconstruirnos", poder pensarnos de otra forma. En eso andamos. Exigiendo respeto, poniendo límites y haciendo valer derechos.

 El teléfono de línea llegó a mi casa en los 90. Hasta ese entonces, tenía que caminar veinte cuadras hasta la cabina de Entel, y hacer media hora de cola, rogando que estuviera en casa a quien quería llamar, para que no todo el esfuerzo fuera en vano.

En la actualidad, las compañías de celulares nos dan llamadas gratis a todos los números, prácticamente. No obstante, lo que se impone en forma tácita es consultar por whatsapp, si podemos llamar para charlar un rato.

Nunca tuvimos tantas posibilidades de comunicarnos como ahora, el diálogo no se construye solamente chateando, falta la mediación de la voz, que traduce el sentimiento, la emoción. La pandemia limita nuestras posibilidades de contacto presencial. Tal vez este sea un ingenuo llamado para que volvamos a recuperar la potencia del sonido de nuestra voz. 

Un pequeño objeto es el símbolo de toda una época. Hace días recordé el mate de metal, color verde botella, de mi abuelito Germán. No sé cómo apareció en mi memoria, ubicado en un rincón de la mesada de su casa, compañero de las mañanas frías en las que mateaba con la mirada perdida hacia el patio, absorto en quién sabe qué historias. Era el tiempo en que yo estudiaba en su casa, porque era muy silenciosa. Había una pacífica complicidad entre nosotros, en esa calma de las mañanas de invierno, en donde sin hablar, estábamos juntos.

 Hace más de diez años que estoy en pareja con un coleccionista, y tengo que reconocer que me llevó mucho tiempo comprender la esencia de es...