Después de
tantas palabras que agitaban la noche, comprendí que contemplando la luna de febrero
podía dejarme llevar hacia ese estado anterior al sueño, en el que las ideas se
esfuman mientras algunas visiones resplandecen más claras, a salvo de la
confusión del día. Impávida pero contenedora, amenazante a veces, la luz
plateada se refleja en algunos rostros cuando piensan en cuidar a alguien y
protegerlo de todo mal, que esté a su alcance.
No hay comentarios:
Publicar un comentario