martes, 11 de febrero de 2025

 

El silencio y la paz del verano, como un domingo permanente en el que los días reposan y el alma respira contemplando el cielo, las palabras que nos pueblan se expanden abriendo espacios, para contar historias de nuevos países a recorrer, las palabras amadas que sostienen la Vida y la pueblan de sentido, o lo intentan al menos en cada mañana, cuando se organizan en un armazón de ideas que nos sostienen y constituyen en el espacio vacío, minúsculas partículas que danzan y nos dan identidad, voz y rostro, ondas en el aire que definen siempre quiénes podríamos ser si abriéramos el alma al viento de los amaneceres que traen nuevas posibilidades de hacer algo que justifique que estamos erguidos y sigamos caminando pese a tantas caídas, que lo sigamos haciendo bajo la Luz de una estrella que nos espera para que un día, en el silencio de la presencia del Amor, seamos por fin lo que vinimos a ser.

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