sábado, 7 de marzo de 2020
Estos textos los escribí hace años. Recién los encontré, revolviendo papeles.
Sustancia oscura, perfume nocturno que llega y me invade. Un ala en un tobillo y en el otro un ancla. Un ancla se hunde en la escollera del alma y el barco flota, cadencioso, en la orilla. La tempestad rasgó sus velas y las sogas de desanudaron para siempre.
Un collage de olores y melodías. Recorto papeles que guardo en cajitas. De noche me levanto descalza para abrir una puerta y comprendo que es una tumba. Intento seguir, como si nada hubiera pasado. Los pasos van dejando huellas en la arcilla húmeda. Unos pies solitarios caminan.
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