domingo, 13 de octubre de 2019
.....entonces sentí que en la superficie de la piel tenía algo así como dos alambrecitos muy finitos, y que ese pequeño acontecimiento los había separado un poquito, lo mínimo. Sin embargo, estaban anclados muy profundamente en una zona vital y ese desplazamiento repentino fue increíblemente doloroso. Debería haberme acostumbrado a esta altura de la vida a que estas cosas sucedieran. Sin embargo, siempre duele como la primera vez. Tal vez más, porque en la primera hay una suerte de atontamiento, y por otro lado la piel estaba sana. Hay heridas que no cicatrizan nunca. Solamente puede protegerlas un bálsamo amoroso.
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