domingo, 20 de octubre de 2019

"Cuesta mucho comprender el verdadero significado de las acciones y las relaciones humanas. Por ejemplo, muere alguien y tú no sientes nada. Lo entierran y sigues sin sentir nada.Te pones de luto cuando sales y miras hacia delante con ceremoniosa tristeza, pero en casa, cuando estás a solas, bostezas, te rascas la nariz o lees un libro y piensas en cualquier cosa o persona salvo en el difunto por quien estás de luto. De cara al exterior te hallas en un estado de fúnebre dolor, pero en tu interior compruebas con incredulidad que no sientes absolutamente nada, si acaso un vago sentimiento de culpa mezclado con una especie de alivio.E indiferencia, profunda indiferencia. Esto dura un tiempo, días, quizá meses. Engañas al mundo, sigues viviendo como un hipócrita con tu insensibilidad disimulada. Y de repente, un día, muchos años más tarde, cuando al difunto ya se le ha podrido la nariz, vas andando por la calle y de pronto te mareas, tienes que apoyarte en la pared porque por fin lo entiendes. Entiendes el sentimiento que te ataba al difunto. El significado de la muerte. La dura realidad, el hecho ineludible de que, aunque caves con tus propias manos en la tierra para exhumar sus restos, nunca volverás a ver su sonrisa, y toda la sabiduría y el poder del mundo serán incapaces de lograr que él,el muerto,se te acerque de frente sonriendo. Puedes ocupar los cinco continentes a la cabeza de un ejército inmenso,que no te servirá de nada. Y entonces te pones a gritar. O quizá no, sólo te quedas inmóvil en medio de la calle, pálido, sintiendo un vacío tan impresionante como si el mundo entero no tuviera ningún sentido y te hubieras quedado solo en la Tierra."

Sándor Márai
La mujer justa

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