martes, 21 de mayo de 2019



Papá no había terminado la escuela primaria. Cuenta mi mamá que cuando tenía sólo once años, junto con su hermano, que era un año mayor, araban a caballo y en alpargatas el campo. No quedaba mucho tiempo para estudiar. Mucho tiempo después, trabajando en Puerto Belgrano, tenía que rendir un examen para ascender, entonces mi mamá,que era maestra, lo preparaba. Pero día a día el olvidaba los cálculos de fracciones que ella le había enseñado la noche anterior. Sin embargo, aprobó. Cuando yo iba a primer año, mi profesor de matemática nos daba a veces algunos problemas muy difíciles con el fin de evaluar si habíamos aprendido. En realidad, eran verdaderos acertijos matemáticos, que no se resolvían de la forma que nos había enseñado. Y era entonces mi papá el que por las noches y en secreta complicidad me los resolvía, para que yo los entregara orgullosa a la mañana siguiente.

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