domingo, 24 de marzo de 2019
Todo lo que vi del Mercado de San Telmo, fue esa pequeña mercería. Observé los ovillos desteñidos, las puntillas y cintas de encaje. Los muebles con cajoncitos que guardaban los hilos y las cajas con botones de distinta forma y color. Era hermoso y triste verla. Como una canción de otro tiempo, ajena a los nuevos puestos comerciales que invadieron todo, ella conserva su antigua dignidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Está lloviendo, pero entre las nubes recién se asomó el sol, alguien martilla cerca de mi ventana, suenan las campanas de la iglesia del ba...
-
Cada tarde, abríamos las ventanas para darle paso al tiempo. La casa tenía el rumor de los grillos perdidos. A veces, el color era el mismo...
-
Hasta dónde se expande una sonrisa? Si se pudieran fotografiar las milésimas de segundo durante las que unos labios, unos ojos, los músculos...
-
En algún lugar debe haber un basural dónde están amontonadas todas las explicaciones. Una sola cosa inquieta en este justo panorama: lo que ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario