martes, 26 de marzo de 2019


Lo mejor del sarampión de mis siete años fue la caja de témperas que me regaló mi mamá. Ya no sabría qué hacer para entretenerme y entonces tuvo esa idea prodigiosa. Todavía recuerdo fascinada el olor que tenían y la primera pintura que hice. Una casita tradicional con su caminito, su chimenea , su cielo celeste y el correspondiente árbol a un costado. Todo prolijamente ordenado en aquélla tarde de abril.

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