sábado, 29 de junio de 2019
Si algo nos define a los Azpilicueta es la costumbre que tenemos de llegar temprano a todos lados. Cuenta mi mamá que cuando mis hermanos y yo éramos chicos y festejaban nuestros cumpleaños, a mi abuelo Pancho había que invitarlo, por ejemplo, a las seis para que viniera a las cinco, que era la hora de la reunión, ya que si lo invitábamos para las cinco, llegaba a las cuatro, en medio de los preparativos. Era un clásico la preocupación de mi papá por llegar temprano a la Terminal cuando viajábamos. Pero no digo temprano, digo excesivamente temprano, o sea dos horas antes. Como no podía ser menos, yo soy igual, para desesperación de mi pareja que no logra convencerme de que no hace falta llegar con tanta anticipación a todos lados. ¿Virtud o defecto? Es igual. Todos cortados por la misma tijera.
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