jueves, 13 de junio de 2019
Cuando vuelvo a Punta Alta, a eso de las seis de la mañana cruzo estas vías. Es el momento en el que le aviso con un mensajito a mi mamá que estoy cerca, así se levanta despacio. El texto dice sólo una palabra: Grunbein. Al llegar, lo primero que hago es poner la pava para tomar unos mates mientras charlamos somnolientas, esperando que se haga de día. Entonces me asomo por la ventana a mirar el patio, en donde las plantas me hablan del tiempo que pasó.
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