sábado, 16 de abril de 2022

Mirando al norte, desde el piso once, se ven los aviones despegando hacia los cuatro puntos cardinales. Pucará urbano de colores sepias y rojizos que invita a perderse contemplando el cielo infinito. La calma que siempre nos trajo el paisaje, fue un día sobresaltada por una mancha fucsia. Unos lejanos vecinos habían decidido instalar un estridente toldo en su balcón. Imposible no verlo, atraía nuestra mirada como un imán, con su chillona estridencia. Planeamos entonces averiguar la dirección del edificio y presentarnos como representantes de diseño urbano, para obligarlos a retirarlo inmediatamente, bajo amenazas de ser multados. Pero no llegamos a tanto. El sol de los atardeceres se dedicó con paciencia a desgastarlo, como había hecho con el resto de los toldos vecinos, y nuestra mirada fue integrándolo amorosamente. Sólo era cuestión de esperar que sucediera.





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