lunes, 25 de mayo de 2020


Siempre miraba con admiración a mi papá nadar en el mar. Aunque no tuviera mucho estilo, observarlo era maravilloso, porque yo no sabía hacerlo. Él tampoco supo darme la fórmula. Sin embargo, me enseñó a flotar. "Estirás los brazos y listo", me dijo. Y yo le creí.

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