miércoles, 1 de abril de 2020

En este tiempo recuperé costumbres muy antiguas, entre ellas las de secar las cáscaras de las naranjas para agregarlas en trocitos al mate. Hacerlo de nuevo me dio alegría. Sin embargo, el tiempo ido no regresa, sólo intentamos reinventarlo con pequeños gestos. Tal vez nos equivoquemos, pensando que en esa época éramos felices. La memoria traiciona, y a veces solo evoca las luces en la oscuridad. Entonces vuelve el gusto amargo de las naranjas y tragamos saliva, con el mate de siempre, pero en otro rincón.

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