jueves, 14 de junio de 2018

El collar


Si tuviera que recordar un objeto de ese verano de los ochenta, elegiría  aquél collar. Era muy largo y estaba hecho de perlas que no se destacaban por ser de buena calidad, pero eso  no importaba. Lo llevaba con la desfachatez de una chica de estilo charleston; claro que el resto de mi atuendo era sui generis.  Podía ser una amplia camisola con flores rosadas y blancas, o casi siempre  una remera de hilo color turquesa  que había tejido mi tía. El collar se destacaba sobre los bordados  y en medio de las vueltas que le daba, entre mi cuello y mi vientre, quedaron viejas canciones de la época. El Nano Serrat y Los abuelos de la nada se balanceaban con él cuando yo caminaba feliz, descubriendo la vida.

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