sábado, 23 de junio de 2018


Todas las mañanas, Castalia se levanta, se peina despacito y se hace la raya al costado bien derechita Con el correr de las horas se va despeinando, y eso es lo mejor que le pasa.

martes, 19 de junio de 2018


Un naipe en la calle guarda una clave, y así se suman las claves hasta que el castillo se derrumba.

domingo, 17 de junio de 2018

Handy Man, James Taylor



Hoy es un día en el que sólo se puede escuchar a James Taylor. Es más, sólo se debe escuchar esta canción.






Fui prolija y ordenada. Ya no. Desgarro palabras para inventar un lenguaje con papeles viejos. Invento una historia con gatos salvajes que corren en un cielo amarillo.


viernes, 15 de junio de 2018


Mira la masa moverse y nada es tan perspicaz como no ser parte de ella.

Grafitti en el barrio de Colegiales. Buenos Aires.

Trabajar, consumir, trabajar, consumir. ¡Me canso!

Grafitti en la zona de Facultad de Medicina de la ciudad de Buenos Aires.

La fábrica de la infelicidad, por Franco Berardi


En un mundo mercantilizado y consumista, donde el discurso político establece la felicidad como un estado casi obligado se produce, sin embargo, una anulación de la empatía, una progresiva indiferencia por lo que le sucede a los demás.

La fábrica de la infelicidad
Franco Berardi

Entorno las ventanas. Despejo la mesa Me siento. Espero. Pienso. Permanezco. Soy.

jueves, 14 de junio de 2018

El collar


Si tuviera que recordar un objeto de ese verano de los ochenta, elegiría  aquél collar. Era muy largo y estaba hecho de perlas que no se destacaban por ser de buena calidad, pero eso  no importaba. Lo llevaba con la desfachatez de una chica de estilo charleston; claro que el resto de mi atuendo era sui generis.  Podía ser una amplia camisola con flores rosadas y blancas, o casi siempre  una remera de hilo color turquesa  que había tejido mi tía. El collar se destacaba sobre los bordados  y en medio de las vueltas que le daba, entre mi cuello y mi vientre, quedaron viejas canciones de la época. El Nano Serrat y Los abuelos de la nada se balanceaban con él cuando yo caminaba feliz, descubriendo la vida.

miércoles, 13 de junio de 2018

Aborto legal ya


Podríamos discutir las razones, pero estoy a favor: Aborto legal ya.


La vela


Hace unas noches se cortó la luz en mi casa. Sin televisión, ni computadora, ni siquiera teléfono, tuve unos instantes de desesperación, seguramente compartidos con  los afectados por este contratiempo imprevisto. La oscuridad, la soledad y el silencio amenazaban en una sombría conjunción. Entonces encendí una vela con el torpe apuro que me caracteriza en esos casos.  La llama centelleó en la penumbra e inmediatamente la cera empezó a gotear.  Más  tranquila, me dispuse  a preparar la cena iluminada por ese halo amarillento. Mis pensamientos se fueron volviendo más calmos y me encontré así  con la música de los objetos: el sonido del agua al deslizarse por la pileta, el del cuchillo junto a la tabla de madera al picar la verdura. Cada tanto se oía el chisporroteo de la vela que permanecía generosa, transformando su materia en energía, dando una simple clase de física hogareña. En un momento me detuve a mirarla y vi que la cera derretida había adoptado la forma de un pequeño hombrecito.  Estaba sentado sobre el candelero y tenía una cabeza alargada que alimentaba el fuego, torso  y piernas perfectamente delineados. Aunque debía saber que su vida era muy corta, en calma esperaba a la muerte. Decidí  dibujarlo antes de que se esfumara, mientras se cocinaba la sopa.  Su imagen misteriosa quedó plasmada en lápiz en mi cuaderno, esperando que la coloree. Todavía estoy por hacerlo. Esa noche cené y me fui a dormir cuando él desapareció.





martes, 12 de junio de 2018

El alma de nuestra ropa


La ropa usada trae una historia con la que nos vestimos . La ropa que se produce en serie no tiene alma. Sólo nuestro cuerpo se la transmitirá.

Tú no tienes nombre.
Tal vez nada lo tenga.

Pero hay tanto humo repartido en el mundo,
tanta lluvia inmóvil,
tanto hombre que no puede nacer,
tanto llanto horizontal, tanto cementerio arrinconado,
tanta ropa muerta
y la soledad ocupa tanta gente,
que el nombre que no tienes me acompaña
y el nombre que nada tiene crea un sitio
en donde está de más la soledad.

Poesía vertical
Roberto Juarroz

Canción para los días de la vida
                                                                                     Luis Alberto Spinetta



 Me han puesto manos para hablarle a las cosas de mí.

Cucharas



En mi armario tengo una tosca cuchara de madera de formas irregulares; el artesano que me la vendió me contó que la había tallado con un tronco de lenga que flotaba en el lago Puelo. A su lado descansa un pequeño cubierto de metal con la figura de un cisne grabado, que se amoldó infinitas veces a mi lengua cuando intentaba quedarme con los últimos restos de dulce del frasco. Ningún temor me invade cuando su forma redondeada toma contacto con mi boca. En comparación, los tenedores me parecen instrumentos agresivos, con extremos puntiagudos de dudosa moral. Imagino a hombres prehistóricos intentando esculpir en piedra a las antecesoras de estas piezas cóncavas para transportar sus alimentos. Fundidas en metal, llevaron hortalizas y legumbres, sopas y postres a la mesa de pobres y ricos. Por las noches, sueño con mujeres armadas con cucharas que revuelven guisos en eternos círculos humeantes.


lunes, 11 de junio de 2018







Cuándo sucedió. En qué momento. Cómo fue que mi yo se divorció del flujo mismo de la realidad. De la vida cotidiana. Desde ese día,  o tal vez desde  ese momento, pude empezar a mirarme con extrañamiento. Sentir que la verdad material me envolvía en sus tentáculos, pero me era totalmente ajena. Como un río que perdió contacto con su afluente. Como un mar inmenso en el cual ya no me hundo. Sólo floto por sobre él.
Rafael Bitrán


Paradoja si las hay. Las letras me salen sólo si es para contar su ausencia. Tal vez viajen quién sabe por dónde. Inspiren otras mentes que antes me las habían prestado o se escurran lentamente por savias desconocidas. Hoy y ayer, y siento que mañana, sólo puedo hablarte de mi silencio. Aquel que sin embargo ahora escribe y se oye a sí mismo. Entre ladridos que retumban en esta plaza tan nuestra. De foto de ausencia y recuerdos presentes de solo dos días.  Sintiendo sus árboles volvieron al menos algunas palabras. Recién horneadas, tímidas y escondidas. Qué suerte, ahora puedo hablarte con ellas. Y no sólo de su viaje a espacios y lugares apenas percibidos.
Rafael Bitrán

El Debate-Librería






Avenida Pueyrredón 731. Barrio del Once. Buenos Aires.

domingo, 10 de junio de 2018


Buenos Aires nutricia


Buenos Aires es, también, una ciudad muy nutricia. Y en este caso, estoy hablando específicamente de la vía pública. Allí podemos degustar comidas de todo tipo, sabor y color. Desde los clásicos panchos con papas fritas, pasando por las garrapiñadas y pochoclos, hasta los locales de empanadas o pizzerías al paso, en donde se puede comer  "de dorapa", una porción de muzza con fainá, acompañada por un vaso de moscato. En las zonas más populares se venden las tortillas norteñas y los vendedores de café recorren las calles, encargándose de que comerciantes y diarieros que están a la intemperie, puedan tomar algo caliente. Los taxistas prefieren indudablemente las parrillas y también están los jóvenes que venden pan relleno y porciones de torta o alfajores en plazas y parques. No faltan los provenientes del resto de latinoamérica, con sabores más particulares, como los chipás paraguayos, las arepas colombianas o las empanadas bolivianas, con un huevo duro entero adentro. ¿Y los choripanes? A la salida de la cancha o en alguna plaza de las afueras y sobre todo y fundamentalmente en marchas y movilizaciones. En suma, toda una gama de alimentos para comer al paso y esquivar a los restaurantes tradicionales. Nada más lindo que comer en la calle.

Los bares porteños


Uno de los mayores atractivos de Buenos Aires son sus cafés. Como en general, los porteños (nativos o por adopción, como es mi caso)  tenemos que realizar viajes extensos, de un extremo al otro de la ciudad, siempre buscamos un café cercano para sentarnos y descansar. Los hay de distintos tipos. Desde las modernas cadenas de café, distribuídas estratégicamente en toda la ciudad, hasta los bares más antiguos, atendidos por sus dueños. En mi caso, me especializo en cortados o café con leche con medialunas. Así junto fuerzas para entrar a dar clase, o las repongo al salir de ellas. Uno puede estudiar, escribir, leer el diario, o, lo más lindo, sentarse al lado de la ventana y mirar pasar la gente o juntarse con amigos para charlar sobre cómo podemos hacer para sobrevivir en un mundo que gira al revés. A los que lean este texto, les pido perdón por todos los lugares comunes que tiene, lo que pasa es que hoy me siento muy especialmente parte de un lugar muy común que desconozco y del que no puedo escapar más que escribiendo.


sábado, 9 de junio de 2018


Caminar lento es una oportunidad de ver con más detalle. Claro que una corre el riesgo de ser atropellada por un peatón o, peor aún, por un automóvil. Estos últimos a veces, en un gesto amable pero peligroso, nos ceden el paso pero nos instan a apurarnos a pasar, con lo cual, el disfrute de la marcha se pierde. Hay tanta belleza dando vueltas que pasa desapercibida.... Una simple ramita caída en el piso puede ser un poema. Pero, claro, el imperativo en la ciudad es el consumo. Todos son comercios , vidrieras y letreros con mercancías y ofertas distractoras. Sólo queda entonces tomar calles tranquilas, si es posible fuera de las hora pico y aminorar el paso hasta volverlo lento, muy lento. Como para poder ver el último detalle de lo más insignificante, en donde radica lo más pequeño y bello.

Buenos Aires, como toda gran ciudad, puede llegar a agobiarnos con su exceso de estímulos dirigidos hacia nuestro sistema nervioso. Tengo identificados algunos comercios serenos, en los que puedo entrar y descansar. Así conocí a Rafael, en su silenciosa librería de usados del Once. Frecuento una tienda de dueños orientales que siempre escuchan música clásica. Los pakistaníes también son muy acogedores, con sus telas coloridas y su aroma a sahumerios. Me quedo ahí un rato, hasta que junto fuerzas para salir de nuevo a la calle y retornar a casa.

La feria de la Plaza Almagro


Desde hace más de 10 años, mi paseo de los fines de semana por las mañanas o las siestas fue recorrer la feria de vendedores ambulantes de la Plaza Almagro. Allí compraba discos, libros y ropa usada en muy buen estado y de buena calidad, que sigo usando. Y siempre había objetos de todo tipo para mirar, tocar, comprar. Charlaba con los vendedores mientras caminaba y tomaba sol. Con Rafael compramos platos Dúrax, viejas partituras, postales antiguas, y por supuesto, buscamos figuritas. Hace 15 días fuimos una tarde y encontramos la plaza vacía. Nos informaron que los vendedores habían sido desalojados por ocupar ilegalmente el espacio público. Eran en su mayoría jubilados y personas de bajos recursos que vendían las pocas cosas que conseguían o poseían para tener un mínimo ingreso. Nos invadió una tristeza inmensa. Lamento no tener una foto de la hermosa plaza con todos ellos, en una de esas tardes de pleno sol. La feria de la plaza siempre fue una fiesta. Hasta eso quieren arrebatarnos.


Fotografía tomada en la Plaza Almagro en el lugar que ocupaban los feriantes. ( Ubicada entre las calles Perón, Salguero, Sarmiento y Bulnes).

Cuando era chica, los únicos arroyos que conocía eran los de Sierra de la Ventana. Eran pequeños, veloces, transparentes y poblados de piedras achatadas, entre grises y marrones, con las que construíamos pequeños diques en las siestas de verano. Cuando en el secundario estudiamos los distintos tipos de ríos, me fascinaron los deltas, esas amplias y serenas extensiones de aguas oscuras que arrastraban los sedimentos de las tierras que habían recorrido y los iban depositando como una ofrenda al llegar, enriqueciendo el suelo y generando vida a su alrededor. Será por eso que terminé viviendo cerca de uno de ellos.




Fotografía: Arroyo San Bernardo, Sierra de la Ventana. Provincia de Buenos Aires.

Elegí vivir en el río, quizás porque es el lugar de donde soy. Me parezco al mar, sin serlo. Sigo mi cauce sabiendo que voy a fundirme con algo mayor, que me espera desde siempre.


Fotografía: Delta Inferior del Río Paraná, San Pedro.
Uno de los afluentes del Río de la Plata.

viernes, 8 de junio de 2018


Desde el comienzo, estuvieron los libros.

Y siguen estando.






Elegí nacer en las salinas, quizás porque me recuerdan al lugar de donde vengo. De un poema que materializa un mundo de formas conocidas para que lo habite y no tema.





Había un patio con muchas flores. Me encantaba mirarlas, verlas florecer, saber sus nombres. Y escribía un montón de historias con ellas, a cada una las identificaba con una personalidad distinta. Era muy divertido. Lo que daría por encontrar ese cuaderno de mis ocho años, que cuidaba mi abuelo.

XVI


Cada tarde, abríamos las ventanas para darle paso al tiempo. La casa tenía el rumor de los grillos perdidos. A veces, el color era el mismo. Descubrir uno distinto, era toda nuestra aventura.

Jorge Curinao, Otros animales, 2014.



jueves, 7 de junio de 2018


Los textos deberán estar escritos en letra Arial 12, con interlineado sencillo. Los márgenes deberán ser de 2cm. Las hojas estarán numeradas. Y no dirán nada.




En el fondo del silencio, hay más silencio. Y más silencio. Y más silencio. Y no hay fin.

La naturaleza de tus palabras es apropiarse de mis silencios. Entonces los resguardo con más silencios, hasta que cierres los ojos para respirar y descansar de vos mismo.

martes, 5 de junio de 2018

lunes, 4 de junio de 2018

HECHOS
"Uno siempre responde con su vida entera a las preguntas más importantes. No importa lo que diga, no importa con qué palabras y con qué argumentos trate de defenderse. Al final, al final de todo, uno responde a todas las preguntas con los hechos de su vida: a las preguntas que el mundo le ha hecho una y otra vez. Las preguntas son estas: ¿Quién eres? … ¿Qué has querido de verdad? … ¿Qué has sabido de verdad? … ¿A qué has sido fiel o infiel? … Éstas son las preguntas. Uno responde como puede, diciendo la verdad o mintiendo: eso no importa. Lo que sí importa es que uno al final responde con su vida entera".
(Sándor Márai, El último encuentro)

domingo, 3 de junio de 2018


Dejaron de nombrarme. Me acostumbré a mi ausencia y pasé a través de los días sin dejar rastro. Pero un día, todos mis nombres regresaron para abrazarme y enseñarme de nuevo a andar

Elijo sentarme al borde del mundo para recordar tu nombre.


Al amanecer, el papel en blanco espera una pregunta. Lo más sencillo se vuelve sagrado y cada objeto es parte de una pintura mayor

 Hace más de diez años que estoy en pareja con un coleccionista, y tengo que reconocer que me llevó mucho tiempo comprender la esencia de es...