Estoy descubriendo algo (un poco tarde tal vez): a no pedirle demasiado a los días. A no pedirle demasiado a las personas. A no pedirme demasiado a mí misma. No es ser conformista. Es convivir con errores, cosas que a lo mejor no salen del todo cómo esperábamos, personas que tienen comportamientos que no nos gustan del todo. Los días que no son todos esplendorosos, pero sin embargo se dejan vivir, con luminosidades atrayentes, como las personas, como nosotros mismos. No somos perfectos, nada es perfecto. Asimilarlo nos trae mucha paz.
lunes, 3 de octubre de 2022
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
Hace más de diez años que estoy en pareja con un coleccionista, y tengo que reconocer que me llevó mucho tiempo comprender la esencia de es...
-
El teléfono de línea llegó a mi casa en los 90. Hasta ese entonces, tenía que caminar veinte cuadras hasta la cabina de Entel, y hacer medi...
-
Hasta dónde se expande una sonrisa? Si se pudieran fotografiar las milésimas de segundo durante las que unos labios, unos ojos, los músculos...