lunes, 14 de mayo de 2018
Belén
Ese abril llovía y la noche te trajo. Tu dedo meñique fue un adelanto de los días del mar. Compartes secretos con gatos furtivos y unos ojos tiernos te esperan llegar. Cada vez que cuentas la callada historia de la patria oscura, la palabra sangra para así sanar. Y un hombre descubre su rostro en el otro y el otro en el otro, hasta más allá. Y pisas resuelta tu calle y la plaza, caminando un sueño y siempre de a dos. Todas las mañanas te esperan hermana, con sus tibias manos iguales a vos.
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No recuerdo cómo fue que la Encíclica Rerum Novarum llegó a mis manos a fines de los 80, la leía con una mezcla de ilusión y respeto, el mis...
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La pintura, el dibujo, son profundos, oscuros, la palabra es la soga que me ayuda a emerger de las profundidades para poner claridad, aire,...
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