sábado, 5 de diciembre de 2020

 Uno de los recuerdos más lindos de mi infancia, es el de aquélla vez en que quise hacer casitas de muñecas. Nunca fui muy hábil en las manualidades, pero era tal el entusiasmo que tenía en esa tarea, que creo que compensaba todas mis carencias. Con sencillas cajas de cartón, papeles de colores y tijeras, abría puertas y ventanas, construía muebles y sobre todo, una habitación en la planta alta, que era lo que yo siempre había querido tener. Nunca jugué en el fondo con las muñecas. Esa casa era mi excusa para soñar. 

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