Uno de los recuerdos más lindos de mi infancia, es el de aquélla vez en que quise hacer casitas de muñecas. Nunca fui muy hábil en las manualidades, pero era tal el entusiasmo que tenía en esa tarea, que creo que compensaba todas mis carencias. Con sencillas cajas de cartón, papeles de colores y tijeras, abría puertas y ventanas, construía muebles y sobre todo, una habitación en la planta alta, que era lo que yo siempre había querido tener. Nunca jugué en el fondo con las muñecas. Esa casa era mi excusa para soñar.
sábado, 5 de diciembre de 2020
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No recuerdo cómo fue que la Encíclica Rerum Novarum llegó a mis manos a fines de los 80, la leía con una mezcla de ilusión y respeto, el mis...
-
No recuerdo cómo fue que la Encíclica Rerum Novarum llegó a mis manos a fines de los 80, la leía con una mezcla de ilusión y respeto, el mis...
-
La pintura, el dibujo, son profundos, oscuros, la palabra es la soga que me ayuda a emerger de las profundidades para poner claridad, aire,...
No hay comentarios:
Publicar un comentario