Me sentaré frente a la hoja en
blanco y entonces empezaré a dibujar. Trazaré solo unas líneas firmes que
delimiten las zonas que quiero trabajar. Recién después iré buscando otras
formas. He decidido que no me moveré de aquí hasta que se consuma el sahumerio
que acabo de encender. Y es probable que cuando pase esto encienda otro. Y una
vela. Voy a ver cómo desaparecen las
luces de los edificios, apagaré todas las lámparas de mi casa para dejar que
mis ojos se acostumbren a la oscuridad. Seguiré dibujando a ciegas. Estará todo
en silencio hasta que el lápiz descanse sobre la mesa. Me quedaré quieta hasta
sentir el temblor en mis pies. Esta noche voy a girar con la Tierra. Dejaré que
me atrape en su movimiento envolvente y
bailaré con ella. Cuando vuelva me
acostaré despacio. Seré la única que perciba los restos de una vibración
agitada en los pisos. Y esperaré hasta que desaparezcan las estrellas que
iluminaban mi pasado. Permaneceré inmóvil en la oscuridad hasta que se
desvanezcan. Hasta que todos mis recuerdos se esfumen y mi mente pueda abrirse liviana
con la luz del amanecer.
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