viernes, 5 de julio de 2024

 Hace un tiempo trasplanté mis potus. Y allí están, intentando adaptarse a nuevos territorios. Lo notable es que uno de ellos viene más adelantado, consiguió enraizar con más firmeza y el otro lo sigue, más lentamente, pero con entusiasmo. Tanto es así, que en vez de orientarse hacia el sol que viene de la ventana, se orienta hacia su vecino y amigo. Quién sabe qué esencias de vida capta de él, que lo animan a preferirlo a la luz del sol, para tomar fuerzas para vivir. Si me preguntan, diría que hasta las plantas saben lo que es el amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

No recuerdo cómo fue que la Encíclica Rerum Novarum llegó a mis manos a fines de los 80, la leía con una mezcla de ilusión y respeto, el mis...