Las que luchamos en guerras y traemos muchas cicatrices, literalmente, tenemos la piel marcada por el dolor, la locura y la muerte, las que muchas veces intentamos dar todo y no lo conseguimos, las que estamos sentadas al borde del mundo, mirando desde lejos el combate y, de a ratos, llorando a solas, siempre mantenemos, o tratamos de hacerlo, de conservar aunque sea un pequeño fuego que de abrigo, esperanza, en lo que parece ser oscuridad.
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