Debo reconocer que mis características capricornianas se manifestaron desde que era muy chica. Quise ir a primer grado anticipadamente, porque en el jardín de infantes me aburría; entonces con cinco añitos recién cumplidos y escasa estatura, desembarqué en la escuela primaria. Cuenta mi mamá que volví del primer día de clase muy satisfecha y de inmediato le informé a mi hermano que, a partir de ese día, no iba a poder jugar más a la tarde, porque me dedicaría a hacer los deberes. ¡Qué destino!
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