Ese mediodía fue distinto. Sentada en una de las callecitas de la plaza, con la tibieza del sol en mi espalda, niños y pájaros, perros y paseantes y las hojas de otoño en su incesante planear, se integraban en un escenario cósmico en un instante sin tiempo, como hacía tiempo no vivía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario