Esto es una guerra, amigos y amigas, esto es una guerra. Vivimos codeándonos día a día con la muerte. Si esto no nos hace reaccionar, no nos lleva a replantearnos nuestra escala de valores, no sé entonces qué lo podría hacer. Cada cual en su lugar sabe qué es lo mejor que puede hacer frente a esta situación. Ser digno o digna de las circunstancias. Si mañana nos toca irnos, que lo hagamos en paz, seguros y seguras de que hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance para ser mejores, a lo mejor es algo muy chiquito cada día, pero que sea algo por lo que valga la pena ser recordado. Darle alguna palabra amable a alguien, despertar una sonrisa, ayudarlo a pensar y pensar con él. Levantar una casa después del derrumbe y encender el fuego cada mañana. Somos como islas desoladas en estos tiempos, pero tenemos las palabras como puentes para abrazarnos.
lunes, 28 de junio de 2021
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No recuerdo cómo fue que la Encíclica Rerum Novarum llegó a mis manos a fines de los 80, la leía con una mezcla de ilusión y respeto, el mis...
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La pintura, el dibujo, son profundos, oscuros, la palabra es la soga que me ayuda a emerger de las profundidades para poner claridad, aire,...
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