Muchos y muchas de nosotros somos afortunados. Tenemos techo, nos podemos dar una ducha caliente, tenemos comida en la alacena, y estamos relativamente sanos.
Pero esto no le sucede a mucha gente. Sin ir más lejos, muchos están en la calle, o viven hacinados en lugares precarios, o no tienen comida. Muchas personas dependen de su trabajo de cada día para poder comprarla, incluso.
No olvidemos nuestra situación de privilegiados y privilegiadas en estos días de cuarentena.
Tal vez este sea el momento, por una vez en la vida, de agradecer todo lo que tenemos
martes, 17 de marzo de 2020
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No recuerdo cómo fue que la Encíclica Rerum Novarum llegó a mis manos a fines de los 80, la leía con una mezcla de ilusión y respeto, el mis...
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La pintura, el dibujo, son profundos, oscuros, la palabra es la soga que me ayuda a emerger de las profundidades para poner claridad, aire,...
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