jueves, 27 de junio de 2019
Leí ayer un texto que citaba al filósofo italiano Franco Berardi (Bifo), en el que especulaba sobre potenciales consecuencias del uso de la tecnología sobre nuestras subjetividades. Sostenía que esta casi absoluta dedicación a lo que ocurre en las pantallas, podía llevar a que se deterioraran entre otras cosas, nuestras capacidades sensoriales, como el olfato por ejemplo, o el tacto. Fui el otro día a la Terminal de Retiro y vi que se habían multiplicado los televisores enfrente de los asientos destinados a la espera. El efecto era muy perturbador. ¿Perderemos la posibilidad de sentir un aroma en la brisa al caminar, o la de contemplar la nada mientras el tiempo pasa?
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