sábado, 29 de mayo de 2010
Planeta Laura
Laura no podía asociar las caras con los nombres de las personas. Saludaba a Andrés creyendo que era Juan y besaba a Pedro confundiéndolo con Martín. Le preguntaba por sus hijos a Mara, que no tenía ninguno e intentaba comprar el pan en la farmacia. Cuando escuchaba música lloraba desconsoladamente por amores que nunca había tenido y un día se presentó a dar clase en la escuela del barrio, con guardapolvo blanco. El problema era que no trabajaba allí. Su gato comía alimento para perros y siempre olvidaba que en su edificio había ascensores. Se duchaba vestida. Cuando hacía calor, salía a caminar sin ropa. La puerta de su casa estaba abierta para recibir a desconocidos que rápidamente se convertían en confidentes de historias inventadas. Acumulaba diarios viejos que intentaba vender sin éxito. Olvidaba encender las luces al anochecer y en plena oscuridad leía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No recuerdo cómo fue que la Encíclica Rerum Novarum llegó a mis manos a fines de los 80, la leía con una mezcla de ilusión y respeto, el mis...
-
Cada tarde, abríamos las ventanas para darle paso al tiempo. La casa tenía el rumor de los grillos perdidos. A veces, el color era el mismo...
-
La luz envejece en la habitación. Y yo, pidiendo una frase, una sola frase que me sirva de escudo entre tanta fiebre. Eso necesito para no ...
-
El objetivo de esta entrada es proponer una pequeña experiencia visual. Preparen una ensalada de tomates, condimentando a gusto, con sal y a...
No hay comentarios:
Publicar un comentario