sábado, 5 de septiembre de 2020

 Nunca tuve muchas cábalas, pero hay una que recuerdo con cariño especial. Cuando era estudiante, no rompía ningún papel borrador antes de rendir un final. Conservaba hasta los más insignificantes, los de pequeños cálculos o dudas por resolver. El día que rendía, si aprobaba, los tiraba a todos en un acto de limpieza. Ese pequeño rito organizaba mi vida con esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

 Quiero reflexionar sobre lo que significa la expresión para mí, tanto en la escritura como en el dibujo o la pintura. No elijo desde la con...