Se habla mucho de la falta de abrazos en la pandemia, sin embargo no se habla del olfato más que para alertarnos si lo perdemos por el virus. Me hace falta el olor a pasto, a tierra húmeda y a libro viejo. A café recién molido y a tuco en familia. El olfato abre la puerta de lugares inaccesibles como nadie.
sábado, 5 de septiembre de 2020
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No recuerdo cómo fue que la Encíclica Rerum Novarum llegó a mis manos a fines de los 80, la leía con una mezcla de ilusión y respeto, el mis...
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La pintura, el dibujo, son profundos, oscuros, la palabra es la soga que me ayuda a emerger de las profundidades para poner claridad, aire,...
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