martes, 24 de septiembre de 2019

LA GLORIA. EL SUFRIMIENTO. EL ARTISTA CREA.


Se dice, por algunos lugares, que la única gloria que existe es aquella de la que el artista tiene conciencia. Que los otros la conozcan, la proclamen o la ignoren, poco le importa. La satisfacción, radica en el hecho de poder hacer la obra. De ejercer el acto de la obra. Esa es su gloria.
Pero a la vez, así como existe la conciencia de esa gloria, también habita en el artista el conocimiento de su desdicha, que suele ser cruel e inversamente proporcional en comparación con el sentimiento de la gloria. Él lo sabe.
Mientras, no dejará de trabajar en el taller, no dejará de hacer. Y es así como su vida será, por lo menos, tan bella como su obra. Y quedarán lejos, muy lejos, aquellos lugares dolorosos, aquellas zonas en las cuales quienes nada saben de los sufrimientos del artista, disfrutarán con esa obra que estará en museos, en galerías, en colecciones particulares y que el mercado, o los señores del mercado, le pondrán valor de cosa vendible que dejará sabrosas ganancias.
La vida creativa, la ascensión, está más allá de lo que se piense de la existencia del artista. El objeto de su trabajo, es fomentar su propia libertad y en ello, como dice Vincent, “Le va la vida”. No importa que esa vida se pierda en triunfos imaginarios, en deseos profundos de “algo mejor” que mitigue el sufrimiento que implica la diferencia de ser un creador. Porque a la vez sabe que sólo la obra podrá explicarle de qué se trata y esa explicación, le dirá que será justificado ante los otros y las otras, aunque sienta que no es necesaria explicación alguna. Al igual que su obra. De explicarse, la debilidad de lo hecho, de lo creado, estaría muy cercano a la muerte de la obra.
El artista se convierte en parte del misterio, vive en él, además de con él. Aquí, el intelecto no cuenta. Y es gracias a su arte, que el artista establece un contacto profundo con la realidad, una vez que transitó por otro plano que no se corresponde con el mundo tridimensional, con el mundo de cronos.
Se dice que el arte es la manifestación para ordenar el caos. No sé si es tan así, de esa manera. Sí, digo, que el artista se alegra al ser consciente de un orden mientras va creando su obra, mediante la manipulación de los materiales, escuchando lo que desde lo profundo de su ser el alma le va diciendo. que es dónde ubicar esos componentes sobre el soporte, que luego serán el todo que ha combinado para que la forma sea el vehículo del contenido hacia el observador.
Se trata de sensaciones. Al madurar, éstas, se convierten en praxis, experiencias. Y la experiencia, en el artista, engendra otras experiencias.
El artista no trabaja en las tinieblas. Su mente está clara. Su criterio, “sabe” lo que está haciendo en el instante de crear.
© Helios Buira

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