Hace unos días, Buenos Aires se vio invadida por miles de panaderos, provenientes de los incendios de las islas del Delta. Los trajo el humo que cubrió de a ratos la ciudad y allí están, desparramando su fragilidad invencible, esperando que algún soñador atento los sople despacito, pidiéndoles un deseo. Muchos de los habitantes, apurados ellos, los ignorarán, como al fuego cercano y destructor. Las pequeñas flores traen su mensaje de alerta para los oídos atentos.
jueves, 16 de febrero de 2023
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No recuerdo cómo fue que la Encíclica Rerum Novarum llegó a mis manos a fines de los 80, la leía con una mezcla de ilusión y respeto, el mis...
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La pintura, el dibujo, son profundos, oscuros, la palabra es la soga que me ayuda a emerger de las profundidades para poner claridad, aire,...
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