sábado, 9 de noviembre de 2019

La muerte es siempre misteriosa. Y su misterio se acrecienta con el tiempo. Nunca me acostumbro del todo a las ausencias, que crecen y se sobredimensionan con el tiempo.
Hoy se fue un querido vecino y amigo de nuestra familia, Blas Ivars. Lo recuerdo con su sillón en la vereda en las tardes del verano o en el solcito de invierno, comentándome las inclemencias del clima de Punta Alta y preguntándome cómo había encontrado a "la mamma".
Blas fue un ser afable y dulce que siempre se quedará con nosotros, mi más fuerte abrazo a sus hijos, compañeros de infancia y la mayor de la luz para él en este, su viaje de regreso a casa.

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