Sin darme cuenta me convertí en roca. El viento me disgrega en
cristales tan inertes como perfectos. Las piedras como yo no emiten sonidos. A lo sumo crujen al
quebrarse y sangran como un volcán
activo. El mundo enmudece por la sorpresa. Había vida escondida bajo la
superficie. Un fuego ignorado y vapores de azufre. Permanezco humeando ante la
mirada ajena y los cubro con cenizas que fertilizan la tierra. La hierba brota
a mis pies sin cuestionarme.
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