lunes, 18 de julio de 2011

Ternura urbana

Nos apretujamos como siempre, una vez más, en el 132, a las seis de la tarde. Yo estoy en el medio del pasillo, en ese lugar inexistente que queda en medio de la nada, atravesado por conversaciones de celulares en donde se realizan citas y listas de compras. De la parte de adelante del colectivo se acerca el bullicio de voces infantiles, y en medio de ellas sobresale la del chofer, remarcando: Un asiento, por favor! Que acá hay criaturas!....Invisible contesta otra dulcísima y risueña voz, perdida entre piernas y bolsos: Eh! Las criaturas somos nosotros! Una sonrisa invisible flota sobre nuestras cabezas y bendice por un instante la tarde de los oídos abiertos.

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 Hay una sombra colectiva en la sociedad, amenazante. Es esa sombra, fruto del odio y la desesperación de la gente que siente que no importa...